lunes, 1 de agosto de 2016

Del 15 al 21 de agosto se desarrollará en Sucre la XII versión del Festival de Cine y Derechos Humanos

Del 15 al 21 de agosto se desarrollará en Sucre la XII versión del Festival de Cine y Derechos Humanos, otro gran evento que se ha afincado en Sucre y que ya es parte del imaginario cultural de Bolivia. El cineasta peruano Eddy Chávez, uno de los participantes de este encuentro próximo, nos introduce al libro sobre derechos humanos y dictaduras que será presentado en el marco de esta gran muestra.

Las memorias de nuestros pueblos suelen ser condescendientes y hasta indulgentes con nuestro pasado. Sobre todo aquel que no se debería repetir. Me refiero en este caso a las dictaduras en sus diversas formas. Son estos regímenes los que han dado espacio a que germinen atropellos contra los derechos de las personas, incluso han ido más allá, al punto de justificar diversos crímenes. Si de dictadores queremos enterarnos, aún tenemos en nuestras familias, amigos y vecinos, historias para ser contadas al respecto.

El discurso escrito también se hace presente y se sostiene en importantes trabajos de divulgación y análisis, que retratan el para no olvidar; sin embargo, dichas propuestas solo alcanzan a ser leídas, oídas y criticadas en determinados sectores sociales, lo más probable es que incluso vayan dirigidas a grupos que ya están convencidos o tomaron partido a favor o en contra de la circunstancia histórica que viven los derechos humanos. Son por lo general, planteamientos y críticas que no logran involucrarse en la ciudadanía, quedando está al margen de enterarse y de testimoniar sus experiencias, sobre todo aquellos ciudadanos que han sufrido en carne propia las tropelías de los tiranos. Ante ello, el poder de la cultura popular manifestada en el cine resulta la mejor arma, la mejor contra ofensiva para no olvidar y también para no repetir, lo cual evita situarse nada más en las versiones oficiales del recuento de dramáticos hechos como producto de los crímenes del Estado.

Un punto a considerar es que los enemigos de los derechos humanos no solo se encuentran en los autócratas y megalómanos, sino también en aquellos que banalizan el discurso y ejercicio de dichos derechos, esto es cuando la ideología y la política prevalece sobre la aspiración de que todos debiéramos ejercer nuestros derechos en igualdad de proporciones.

El cine es un arma de persuasión masiva tanto para divulgar en este caso no solo pasajes históricos, sino también se nutre de discurso futurista, donde nos muestra las posibles amenazas de las que podemos ser blanco, o ya en flagrancia vivir en mundos atrapados nuevamente por la intolerancia y el terrorismo, la ficción fílmica tiene todas las licencias para proyectar de la humanidad sus carencias y miserias o también para describirla con sus talentos y piedades, muestra el auge y caída de la humanidad, la ficción nos debe servir para ver y advertir aquello que no debemos repetir y para reflexionar de que debemos proteger la democracia.

La forma como nos cuenta historias el cine se acompaña de recursos que la sola letra escrita carece —por más bella que esta sea—, el cine —que incluye la imagen textual en sus diversas etapas— se acompaña de movimiento, sonido, color y en combinación con el auditorio, involucra, persuade (esto, para controlar o liberar pensamiento). Ello además de ocio, nos provoca espontanea reflexión, visualizar acontecimientos a través del ecran resulta un puente para inquietarnos e ir por más noticias y contrastar ángulos para el análisis de los eventos acaecidos, el cine resulta un arma potente para contrarrestar el olvido de los oprobios y atender a que historias no debemos repetir.

¿Dónde está nuestro cine? No se encuentra en el circuito comercial, salvo contadas excepciones donde se proyectan y por escaso tiempo, sin duda los fines comerciales prevalecen y obedecen a preferencias del gran público, se pone en cartelera aquello que genera dividendos para el empresario cinematográfico y así funcionan las leyes del mercado, en base a la oferta y la demanda. No todo lo que se proyecta en multicines es bueno, ni todo lo que se deja de proyectar es malo, pero la cultura mainstream regularmente está marcada por contenidos ben definidos y repetidos, envueltos en una dicotomía donde los ‘buenos’ vencen a los ‘malos’, el chico bueno se casa con la chica guapa, un mercenario salva al mundo (generalmente identificado con algún lugar de USA) y con el añadido que casi todo o ya todas las películas en lengua foránea que se proyecta en américa hispana viene doblada al español, frente a ello, nuestro cine adolece de divulgación (tenemos parte de responsabilidad) frente a ello debemos repensar nuestra atención jurídica y social a los mercados alternativos, esos donde si tenemos acceso a nuestro cine, nuestra mejor arma de divulgación de nuestro cine se encuentra al margen o contra la ley, dichos escenarios merecen toda nuestra atención.

Urge una comunicación interdisciplinar, en esta oportunidad, donde cineastas dialoguen con personas inquietas en otros menesteres, el cine debe resultar el pretexto para que dicho dialogo fortalezca el que hay que hacer con los derechos humanos, ante ello, un grupo de abogados de Brasil, Bolivia, Colombia, México, España y Perú han trabajado un libro publicado por editora jurídica GRIJLEY en Lima-Perú que lleva el título del presente escrito.

Cada uno de los participantes pone su especialidad forense y análisis fílmico al servicio del pueblo, sus trabajos contienen un engranaje teórico-práctico desde el Cine y Derecho dirigido no solo a los profesionales del derecho sino también al público interesado, ello para no olvidar las tragedias del autoritarismo. Dicho libro será presentado en el XII festival internacional de cine de los derechos humanos que se llevara a cabo entre el 15 y 21 de agosto en la ciudad de Sucre - Bolivia, allá nos vemos.
SOBRE EL XII FESTIVAL
El Festival Internacional de Cine de los Derechos Humanos “El séptimo ojo es tuyo” (FESTIMO) es una acción cultural que nació ante la falta de espacios para la producción del cine independiente y de derechos humanos.

En sus once ediciones ha exhibido más de 1500 películas y ha llegado a más de 100 mil personas en distintas ciudades y comunidades indígenas de Bolivia.

Los organizadores invitan a la ciudad de Sucre a un jurado internacional para otorgar junto al voto del público el premio Ojo rojo (Pukañawi en quechua) al cine boliviano, al cine latinoamericano y al cine internacional en las categorías corto, medio y largometrajes.

El FESTIMO es miembro de la Red de Festivales de Cine de Derechos Humanos con sede en Holanda y con su respaldo ha creado la Cineteca de Derechos Humanos dedicada a los Pueblos Indígenas que ha sido reconocida por la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano como “un emprendimiento que tiene el propósito de hacer realidad la primera del continente especializada en Derechos Humanos”.

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