El popular comediante mexicano se llevó el galardón a Mejor Actor, por su papel en “No se aceptan devoluciones”, y acaparó la atención de casi todos quienes fueron testigos de su paso por Panamá. Amable, modesto y más serio de lo que uno se imaginaría, atendió en reiteradas oportunidades a los periodistas, incluido al de este medio.
A pocos minutos de haber ganado el Premio Platino a Mejor Actor por su papel en “No se aceptan devoluciones”, con los ojos brillantes y una sonrisa de oreja a oreja, Eugenio Derbez compareció ante un enjambre de periodistas, fotógrafos y camarógrafos procedentes de 22 países de Iberoamérica. Por varios segundos, solo el disparo de los flashes alteró el silencio incómodo que se instaló en la tarima montada al interior del Centro de Convenciones Atlapa, de la ciudad de Panamá, para los ganadores de la premiación celebrada el pasado 5 de abril.
Tuvo que intervenir el propio Derbez para conjurar la solemnidad del momento. “Pregúntame”, suplicó, alargando la “u” y apelando a ese jocoso timbre con el que ha dado voz -en español y para Latinoamérica- al fastidioso burro que protagoniza la serie de cintas animadas “Shrek”. La particular súplica, tan familiar para el público latinoamericano, desató un coro de carcajadas entre los periodistas, y finalmente rompió el silencio reinante en el lugar. Fue también un gesto que le permitió al actor mexicano reconciliarse con su faceta más conocida y apreciada por el gran público: la del comediante locuaz, ingenuo y algo gangoso que ha popularizado la televisión. Una faceta de la que se había mostrado bastante alejado en las horas previas a su consagración como Mejor Actor de los primeros Premios Platino del Cine Iberoamericano.
EUGENIO
Al mediodía del viernes 4, Derbez sorprendió a los comensales del restaurante del hotel Sheraton de Panamá, adonde llegó sin previo aviso y acompañado por unas pocas personas. Su presencia alteró a no pocos meseros, periodistas y huéspedes, que se le acercaron para hablarle y solicitarle fotografías a su lado. Discreto y amable, él accedió con prestancia a las solicitudes, sonriendo para los smartphones, pero sin llegar a hacer muecas o números cómicos.
Su aparición desencadenó una ola de especulaciones de corrillo entre varios de los periodistas acreditados para los Platino, que anticipaban su eventual victoria en la categoría a Mejor Actor, pese a que le tocaría competir con intérpretes de mayor prestigio, como el argentino Ricardo Darín o el español Javier Cámara.
Las especulaciones se prolongaron hasta la mañana del sábado 5, cuando Derbez -como otros candidatos a los premios- atendió a la prensa en una maratón de entrevistas que tuvo lugar en el hotel Bristol de la capital panameña.
“Cuando me dijeron que iba a estar nominado con Javier Cámara y Ricardo Darín, de los que soy fan, me sentí como en los Óscar: muy honrado”, afirmó, con una modestia que no parecía falsa. “Si gano, va a ser un gusto enorme, pero también me voy a sentir muy mal. De repente, ganarle a esos ‘monstruos’ se siente extraño”, reconoció el actor, que se mostró más serio y circunspecto de lo que más de uno se imaginaría.
Es más, cuando el periodista de este medio le preguntó por el impacto de su popularidad televisiva en el éxito de “No se aceptan devoluciones”, la primera cinta que ha dirigido, se mostró nuevamente cauto.
“Afortunadamente, mi programa de tele se pasa en casi toda Latinoamérica. Entonces, la gente conoce siquiera un poquito mi trabajo y me conocen a mí, y eso ayuda a que cuando ven el póster de la película sepan de quién es. Eso ha ayudado mucho”, respondió.
Ni siquiera su inminente traslado a la “meca del cine industrial” (Los Ángeles), que ha permitido el notable rendimiento económico de su filme en EEUU, motivó mayores aspavientos en sus respuestas.
“Tuve que cerrar mi contrato con Televisa (de su programa de televisión), porque nadie esperaba esto (el éxito de su película)”, confesó, a tiempo de aclarar que, aunque tiene muchas ofertas en Hollywood, incluidas varias para dirigir, aún no se ha decidido por un proyecto en particular.
Por sus declaraciones, cualquiera que lo conociera solo por su faceta televisiva, bien podría haberse imaginado que ese tipo espigado no era Derbez, sino su doble para entrevistas, un tipo físicamente idéntico, pero inesperadamente humilde y mesurado.
DERBEZ
Para fortuna de sus seguidores, su “doble” de la mañana ya no volvió en la noche. En la gala de premiación, Derbez fue el que la televisión ha vuelto tan popular. Tuvo sus números cómicos en escenario, apareciendo junto a su esposa, mofándose del acento castizo de los españoles y presentando un premio. Se robó el show de los Platino, acaparó la atención del público y fue la estrella de la noche. Así, para cuando recogió su estatuilla y la exhibió ante la prensa, Eugenio se había marchado y Derbez estaba de retorno. Habrá que preguntarle al burro de “Shrek” cómo lo trajo de vuelta.
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