Recién coronado como mejor director novel del Festival de Tribeca, Josef Wladyka, nacido en Estados Unidos pero con sangre polaca y japonesa, viaja al primer eslabón de la cadena del narcotráfico en Colombia en “Manos sucias”, una sostenida odisea de dos adolescentes producida por Spike Lee.
Las sofisticadas tramas del mundo de la droga vistas en el cine en filmes como “French Connection” o “Traffic” tienen un reverso íntimo, pobre y casi inocente que ahora se ve en “Manos sucias”, el proyecto que Wladyka llevaba años acariciando hasta que Spike
Lee, su profesor en la New York University (NYU), le dio una beca para llevarlo a cabo.
“La gente conoce Medellín, conoce las tramas en México y nosotros de ninguna manera podemos aspirar a entender o a encontrar respuesta al problema del narcotráfico. Es un tema internacional, algo que sucede en todo el mundo, así que queríamos enseñar una rama muy específica que sucede en Buenaventura (en la costa del Pacífico), que es el epicentro del comienzo de gran parte del narcotráfico y que atrapa a mucha gente joven”, explica a Efe Wladyka.
El filme, primo pobre pero talentoso de otro que causó sensación a principio del siglo XXI, “María Full of Grace”, retrata la violenta colisión entre inocencia y destrucción de dos adolescentes que trasladan un cargamento de cocaína por los ríos selváticos cerca del puerto de la citada localidad.
El jurado de Tribeca se rindió a sus pies.
“Hemos elegido a un director cuyo viaje ha sido realmente un ejemplo para todos nosotros sobre el compromiso con el proceso de desarrollo e investigación en un filme”, reconoció al otorgarle un galardón dotado con 50.000 dólares.
Violencia y circunstancias
“Sentimos esta película como una obra que abre los ojos, que nos transporta a un lugar diferente, estimulando nuestro pensamiento, permitiéndonos meditar sobre la relación entre la violencia y la circunstancia”, concluyó el jurado, reacción a la que el director, tímido, sólo dice “me parece bien”.
“Manos sucias”, que el realizador describe como una cinta “más de comportamientos que de diálogos” y que se inspiró a raíz de un viaje de mochilero que hizo a Buenaventura, comienza como una chiquillada pero acaba con un reguero de sangre silencioso pero imparable, señal de una olla a presión que acabó explotando el 21 de marzo con una intervención militar como consecuencia del incremento de la violencia en la zona.
Wladyka rodó la película justo antes, y todo saltó a los medios cuando estrenaba el filme en el Festival de Cartagena de Indias.
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