La irrupción de ultraviolencia en la cosecha 2013 del Festival de Cannes refleja, según los jóvenes autores de estos filmes, la realidad del mundo y justifica la ola de hemoglobina y gritos de dolor en las salas oscuras.
De México a Tailandia, pasando por China o Sicilia, las películas de autor que hacen la sustancia de esta cita mundial del cine marcaron una tendencia a la violencia explícita que dejó planteado el debate sobre qué tan lejos se puede llegar.
La última en la lista fue Only God Forgives (Sólo Dios perdona) de Nicolas Winding Refn, un filme de rivalidad y venganza sobre un fugitivo estadounidense convertido en traficante de droga en los bajos fondos de Bangkok.
Un hombre con los brazos clavados con cuchillos al asiento, degüellos y otras mutilaciones abundan en este filme, calificado por la propia actriz principal, Kristin Scott Thomas, como “hiperviolento y perturbador”.
Otras cintas que fueron abucheadas en diferentes secciones del festival fueron Heli, de Amat Escalante; A touch of sin, de Zia Zhang-Ke, y Salvo, de Fabio Grassadonia y Antonio Piazza.
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