Una voz melodiosa y sensual, unas imágenes bellísimas en un ambiente romántico y decadente. Todo para narrar en un anuncio el primer beso, pero no el de cualquiera, el de Liv Tayler, que revolucionó ayer la Croisette de Cannes y logró con su encanto cautivar a todos.
Y eso que no era fácil, tras más de media hora de plantón, en una calurosa carpa en la playa de Cannes, con pocas sillas y menos organización.
Pero llegó la actriz, con una ajustadísimo vestido negro lleno de pequeñas flores de colores, labios rojos, tez tan blanca que parecía transparente, una voz dulce y una sonrisa imperturbable
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